jueves, 25 de diciembre de 2014

De abedules, cabras monteses, lobos y enmiendas a artículos previos


En una visita reciente a La Najarra, en Miraflores, buscando unos abedules que había visto de lejos el año anterior, pude confirmar la presencia de una de las dos especies existentes en Guadarrama: 3 ejemplares de Betula pendula subsp. fontqueri. Esto me da pie a realizar varias observaciones sobre los propios abedules, sobre las cabras monteses existentes en la zona y sobre un reciente trabajo en el que aportamos citas de flora de interés en Guadarrama (Baonza et al. 2013).

Uno de los tres Betula pendula de la vertiente E de La Najarra
(el amarillo, Sorbus aucuparia  rojo). 11/11/2014
La primera observación se refiere a los propios abedules "péndulos" en enclave tan peculiar, que recuerda al de los existentes en El Espinar (Allué 1997). Como decíamos en el mencionado artículo la taxonomía de los abedules es compleja y en Flora Iberica (volumen II, 1990) hacen una propuesta muy analítica (2 especies, 2 subespecies, y seis variedades) con la virtud de poder diferenciar variedades traídas de fuera, aunque no siempre es fácil asignar tales categorías taxonómicas. Un ejemplo de lo primero sería el abedul péndulo del arboreto Máximo Laguna del CENEAM en Valsaín (no señalado en la guía del arboreto): plantado junto a 3 Betula pubescens, recientemente he podido confirmar que corresponde a la variedad pendula, como muchos de los procedentes de viveros comerciales, procedentes de Europa central, al contrario que los naturales de la Sierra de Guadarrama, de la variedad meridionalis o de la subespecie fontqueri. De lo segundo está la asignación subespecífica de los abedules de La Pedriza, tanto del Circo de la Pedriza como hacia el Hueco de San Blas, seguramente de esta subespecie (en el artículo de Baonza y colaboradores de 2013 se indicaron de la subespecie pendula, con muestras de fechas demasiado tempranas -junio- para tener los frutos maduros, que permitan una correcta identificación, o incluso en B. pubescens). Cabe señalar que el más reciente volumen de Flora Europaea (vol. I, 2ª edicción 1993) hace una propuesta diferente para los abedules ibéricos que parece interesante: "rescata" a Betula celtiberica como subespecie de B. pubescens, la variedad glabrata de este la eleva a rango de subespecie como B. pubescens subsp. carpatica y de Betula pendula no diferencia la subespecie fontqueri. Esta drástica solución cuestiona la categoría dada en el Libro Rojo de la Flora Española a B. pendula subsp. fontqueri como CR (en peligro crítico, para lo que de todas formas no parece haberse tenido en cuenta las poblaciones del Sistema Central) y que tal vez se deba dejar en variedad basada en un simple carácter como es el mayor tamaño de las alas del fruto/semilla. Sin embargo, este carácter es muy sugerente sobre las presiones selectivas que debieron tener los abedules péndulos en su recuperación tras las glaciaciones del Pleistoceno: en la Península Ibérica no sería necesaria una gran capacidad dispersiva, dado que las poblaciones de abedules sólo tuvieron que realizar pequeños movimientos de ascensión por las montañas, mientras que en Europa central y boreal se favorecieron frutos con alas grandes, que permitieran una mayor capacidad de colonización de las vastas superficies que dejó la retirada de los glaciares. 

Otra observación realizada en la misma visita a la Najarra es la intensa presión sobre la vegetación que ejercen las abundantísimas cabras monteses que hay en la zona tras 25 años de su suelta en La Pedriza. Aunque los tres abedules encontrados aparecen en riscos casi inaccesibles, tal vez haya habido pérdidas ya no detectables de juveniles y ciertamente con la abundancia actual de cabras es imposible que se reproduzcan. Si se encontró fuerte ramoneo en otras especies como servales (Sorbus aucuparia), brezos (Erica arborea) e incluso enebros rastreros (Juniperus communis subsp. alpina). Incluso de esta última especie se encuentran ejemplares muertos seguramente por dicho ramoneo, aunque no parece ser una especie muy seleccionada, en La Pedriza por lo menos (Perea et al. 2015). Esto me permite postular si la gran abundancia de enebros rastreros en hábitats rocosos de la Sierra de Guadarrama (hasta ahora por lo menos) frente a la Sierra de Gredos no se deberá a este hecho, que nos habla de la capacidad de modificación de la vegetación por la fauna, aspecto muy poco estudiado e ignorado en muchos estudios botánicos, salvo como presión sobre especies amenazadas. (En los matorrales montanos, la mayor abundancia de enebros en Guadarrama -formando enebrales o piornal-enebrales con o sin pinos o bajo pinares- frente a piornales sin enebro -ni pino- de Gredos probablemente tenga más que ver con el fuego).

Enebro rastrero muy ramoneado por cabras monteses.  11/11/2014

Ciertamente el control de las poblaciones de cabras monteses parece una cuestión prioritaria para la conservación de la flora de la Sierra de Guadarrama. Recientemente parece que por fin se ha decidido abordar dicho control con determinación, pero también alguna controversia (Manuel Oñorbe) e incluso algún despropósito (Julio Vías). Justamente ahora que se han decidido a actuar drásticamente ha aparecido una solución natural, el lobo: ya ha reducido las poblaciones de cabra de la vertiente segoviana (según me han comunicado agentes forestales) y ya aparece por la zona de la Morcuera, adyacente a la Najarra. Sin embargo, no se puede ignorar que presenta una notable y seguramente creciente conflictividad con los ganaderos y que en el caso de las vacas serranas, que pastan libremente por la zona, parece muy difícil evitar los daños. Esperemos que no tarden otros 25 años en afrontar seriamente el conflicto, o los daños lo pagarán ganaderos, lobos y seguramente terceros.

Esta nueva cita de abedules péndulos remarca la falta de prospección de la Sierra de Guadarrama y que todavía se pueden descubrir interesantes citas. De hecho, desde la publicación del mencionado artículo de 2013 (con observaciones realmente hasta 2012) he encontrado más citas para las especies ahí recogidas como Alchemilla coriacea en Bustarviejo, Antirhinum meonanthum en Manzanares el Real, nuevos ejemplares aislados de Juniperus thurifera en Bustarviejo y Santa María de la Alameda; Mahonia aquifolium y Prunus cerasus en Miraflores, así como diversas citas novedosas en los montes de Valsaín (Primula acaule, Festuca paniculata, Laserpitium eliasii, Salix caprea, Ulmus glabra, etc.), donde he tenido la fortuna de realizar un trabajo en verano. No solo puedo señalar novedades, también correcciones a citas de otros autores (por ejemplo los chopos de la Boca del Asno y Los Asientos en Valsaín no son Populus simonii como señaló Ramón Alegría (1997) sino álamos de California o P. trichocarpa), e incluso a las propias citas del mencionado artículo, además de las ya señaladas sobre los abedules: los robles albares señalados en las laderas de la Maliciosa se localizan en la cuadrícula UTM adyacente, perteneciente a Navacerrada, o las citas de Rumex arifolius de Valsaín parecen corresponder a ejemplares muy robustos de R. acetosa, situación ya denunciada para otras citas antiguas de esta especie en el Sistema Central en Flora Iberica (1990). 

4 comentarios:

  1. Qué interesante, Jorge, muchas gracias. Por un lado, como siempre, por tus notables aportaciones al conocimiento de la flora de nuestra sierra. Y por otro, por tu reflexión sobre el impacto de las cabras sobre la vegetación, así como por las referencias aportadas (como la de Perea et al., 2015).

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  2. Gracias Eladio por el comentario. Aunque no realizo entradas con la frecuencia que sería recomendable, si actualizo la bibliografia con frecuencia, gracias a varias alertas en google academico.
    Salud!

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  3. Hola Jorge, totalmente de acuerdo con la "necesidad" de lobos para regular el desmadre poblacional de cabras, venados y jabalíes en nuestras sierras, digas ganaderos y cazadores lo que digan.
    Respecto a los abedules me gustaría echases un ojo a mi entrada sobre Abedulares manchegos en Almanaque Natural, al final del mismo he incorporado un correo de mi amigo Santiago Sardinero (escuela de Rivas-Martínez), sobre la deriva genética de los abedules españoles que creo que te gustaría.
    Un saludo y gracias por mantener este blog tan necesario

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    1. Gracias Enrique por el comentario, que me ha permitido echar un ojo a tu interesante blog. Me ha gustado las entradas sobre los abedulares manchegos, y los descampados de Madrid (que ya conocía por los trabajos de Juan Manuel Martinez Labarga y colaboradores), en un vistazo rápido. Ya tienes otro seguidor. Sobre los abedules me parece que el enfoque de supuestas rutas migratorias que sigue defendiendo Santiago no es el adecuado. Como señalo en el artículo mentado, no tienen mucho sentido estas supuestas rutas de colonización desde el norte para especies que contaron en la Península Ibérica con poblaciones durante las glaciaciones del Pleistoceno (para esta especie ciertamente tolerante al frío no sólo refugio, o por lo menos no en exclusividad). De ahí la importancia de las migraciones altitudinales con las fluctuaciones climáticas por lo menos del Cuaternario. De lo que ocurriera en el Terciario ya sería otro cantar. En cualquier caso, dicho comentario de Santiago aporta información, también recogida en el trabajo de investigación en el que participa (Sánchez del Álamo et al. 2010), de gran interés y que espero que puedan redondear en un publicación científica sobre la compleja taxonomía de los abedules ibäericos.
      Salud!
      Jorge

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